Empezaron a cartonear después de la crisis del 2001. Luego formaron una
cooperativa. Ahora, se ocupan del reciclado de residuos en varios countries de
la zona norte, incluido Nordelta. Creando Conciencia es la cooperativa que
desde hace ocho años se ocupa del cuidado del ambiente y la reinserción social
de ex recuperadores urbanos en Benavídez, Tigre. Hoy trabajan en la planta 40
trabajadores, tienen como clientes a barrios privados y grandes empresas, y
prevén recuperar 800 toneladas en 2013. Uno de los socios fundadores, Edgardo
Jalil, explicó: “Buscamos revalorizar el saber de los que estuvieron dispuestos
a trabajar con la basura después de la crisis del 2001”.
“La separación en origen es inclusión social”, reza la página web de
Creando Conciencia, un concepto que parece revelador para el vecino promedio
que cree que cuando saca la bolsa se terminó el problema de la basura y a veces
ni se preocupa por separar los residuos. Sin embargo, esta cooperativa fue más
allá, al fomentar la separación de materiales en origen, incluir a los
trabajadores devenidos cartoneros en el 2001 con un trabajo digno y forjar un
negocio exitoso. “No buscamos grandes excedentes sino la rentabilidad justa”,
dicen.
“Después de la crisis del 2001, y con la aparición de la figura del
recuperador urbano, empezamos a pensar en cómo generar ingresos a partir de los
residuos. Nos juntamos un cooperativo, una bióloga y dos personas que sabían de
recuperación de residuos y pensamos cómo podíamos hacer esta idea realidad y
que fuera sostenible. Como no conocíamos, aprendimos a prueba y error a manejar
a la gente y a inculcar la idea de lo que era una cooperativa. Muchos venían de
la autoexplotación en condiciones de suma informalidad. Los intermediarios te
pagaban lo que te pagaban. En cambio acá tenemos organización, horarios de
trabajo, un espacio, cocina y baño. Esto dignifica el trabajo”, contó Jalil.
Por su parte, Ximena Martínez, que también fue parte del proceso, habló
del antes y después de los trabajadores. “Nosotros buscamos revalorizar el
saber de los que estuvieron dispuestos a trabajar con la basura. Hablamos con
gente del INTI y de la UBA, y vamos a hacer una capacitación con profesores de
la materia Ecología, de la Facultad de Agronomía para tener el contenido
teórico y obtener una calificación. Es una forma de dar respuesta hacia
adentro, hacia los socios. Personas que pensaron que su vida estaba acabada van
a aprender, van a capacitarse en algo y conseguir el certificado de promotor
ambiental.”
“Al principio trabajábamos con barrios privados hasta que se contactó
con nosotros el gerente de Medio Ambiente de Tetra Pak, que nos donó una cinta
para el tratamiento de residuos. Esto hizo que se optimizara el trabajo y
redundó en un crecimiento grande. Antes tardábamos tres días y medio en revisar
el contenido de un camión y después sólo 45 minutos. Esto además trajo mejoras
para la gente, que ya no se tenía que agachar, y un perfeccionamiento de la
planta. Construimos un piso, compramos una plancha y un clark para levantar
peso. Empezamos a trabajar a la par de la empresa: recuperábamos envases para
comercializar, mientras que les brindábamos asesoramiento. Pasamos de cobrar 40
centavos por kilo recuperado a 1,50 porque ya no había intermediarios. Después
aparecieron más empresas y hoy vienen a buscar el material a la planta, la
cooperativa no gasta en repartir. Llegamos a un punto en que nos faltaba
material para reciclar y ahí aparecieron más empresas y supermercados”, contó
Jalil.
Sin embargo, ellos no sólo reciclan los materiales más redituables como
son el cartón y el plástico sino que buscan reconvertir mucho de lo que se usa
y descarta cotidianamente. “Nuestros dos ejes son el cuidado del medio ambiente
y la inclusión social. Le encontramos la solución a 25 materiales distintos. El
compromiso con nuestros clientes es que los residuos se recuperen y no vayan al
Ceamse. No nos centramos sólo en lo que mejor se vende, como el cartón y el
plástico, sino que tratamos de encontrar una solución para todo porque hay
productos que pueden ser reciclables pero quizás no hay nadie que lo haga.
Juntamos vasitos de yogurt, sobres de jugo Tang, envases de enjuague bucal,
sachets de leche. Sin ningún tipo de rédito económico, sino porque sabemos que
hay organizaciones que hacen algo con eso como Terracycle, que convierte los
sobres en mochilas y La Sachetera, que hace frazada con los sachets.”
“Es importante que los residuos vengan separados, secos y limpios. Esto
es importante porque desde el momento en que se tira algo hasta que se hace la
selección pasa el tiempo y se reduce el valor y las posibilidades de reciclado.
En las empresas y los barrios decimos que tiene que haber higiene y limpieza,
por ellos y por nosotros, porque hay lugares por los que pasamos una vez a la
semana y eso toma olor. Si hay residuos húmedos no tocamos la bolsa. Hay que
tomar conciencia de que el problema no termina cuando sacás la bolsa de basura
sino que después está el enterramiento”, agregó Jalil.
Sobre este punto, Martínez dijo que el Estado tiene que intervenir activamente
para generar conciencia y ayudar a que surjan más proyectos como éste. “Tiene
que haber campañas claras y camiones, contenedores y recolección diferenciada,
lo que implica un costo más elevado. Nosotros estamos en un lugar privilegiado
porque tenemos cerca a varios barrios privados que quieren hacer una
recolección diferenciada. Hace ocho años que trabajamos en la planta pero
reciclar no es negocio, por eso tiene que haber políticas de Estado. Siempre es
más costoso reusar algo o procesarlo que sólo trasladarlo, hacer un agujero y
tirarlo. Hay que fomentar el reciclado. Nosotros decimos que no buscamos
grandes excedentes sino la rentabilidad justa. Somos capitalistas con
conciencia, una empresa social. Nos exigen como empresa pero hacia adentro somos
una cooperativa. Pero el problema de los residuos requiere de los vecinos, del
Estado y los empresarios. Tienen que participar todos.”
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